lunes, 6 de septiembre de 2010

Quien escribe una novela quiere hacer las paces con su pasado...

EL SECRETO DE SUS OJOS

El señor Benjamín Espósito, un viejo funcionario judicial de Buenos Aires, quiere aprovechar sus días de retiro para saldar una cuenta pendiente: la de escribir esa novela policíaca que siempre quiso escribir. Pretende contar, por fin, un relato de su propio pasado que no lo ha dejado vivir en paz: el misterioso asesinato de una muchacha, en los días previos a la dictadura argentina, que jamás pudo ser resuelto del todo. Para atar los cabos de aquella investigación, Espósito necesita la colaboración de la mujer que fue su jefe. Se llama Irene Menéndez. Todos los días de su vida estuvo enamorado de ella. Pero, acorralado por sus inseguridades y sus complejos, no tuvo nunca el coraje para pasar a la acción.



Según dicen, quien escribe una novela quiere hacer las paces con su pasado: para estar a salvo en el presente, busca criticar a la persona que fue en un momento en el que no estuvo a la altura de la vida. El señor Espósito, que busca debajo de los muebles las piezas del rompecabezas que jamás encontró, no es una excepción a la regla. Si se obliga a reconstruir los hechos dolorosos de aquella investigación judicial, uno de tantos horrores en la Argentina de 1974, es solo porque siente que le ha quedado debiendo algo a su biografía. Si se empeña en consultárselo todo a la mujer que no se atrevió a amar cara a cara, ahora que es una señora a punto de pensionarse, es solo porque las décadas que siguieron le probaron que era la mujer de su vida.



El secreto de sus ojos, que parte de una novela de Eduardo Sacheri, y que en febrero ganó el premio Óscar a la mejor película extranjera, es en el fondo una conmovedora historia de amor. Tiene algo de relato policíaco. Tiene cierto aire a las superproducciones clásicas de la era dorada de Hollywood. Tiene mucho de thriller de época. Pero es, sobre todo, una emocionante historia de amor. Espósito, como cualquier investigador privado, trata de despejar un interrogante que no lo deja dormir, pero, como cualquier enamorado, tiene la respuesta dentro de sí mismo. Y el director del largometraje, Juan José Campanella, que hace ocho años presentó la muy exitosa El hijo de la novia, lo sigue con una cámara virtuosa que nos tiene con la boca abierta cada vez que se lo propone.



Su final hace fruncir el ceño, es cierto, porque pide que la incredulidad se suspenda más de la cuenta, pero El secreto de sus ojos es una de esas películas que dejan al auditorio satisfecho: hace reír cuando es necesario, narra con buen pulso una aventura que merece ser narrada, construye personajes tridimensionales que pronto se ganan nuestras lealtades, consigue una buena suma de secuencias memorables (resulta estupendo, por ejemplo, el plano que viaja desde el cielo hasta la tribuna del estadio en pleno partido del Racing de Avellaneda) y nos dice de manera sutil que no se viene al mundo en vano: es más que suficiente.



http://www.semana.com/noticias-cultura/secreto-ojos/139877.aspx






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